Armstron se vistió nuevamente de Delfo Cabrera. El 4 de
agosto pasado se corrió una nueva edición de la carrera que homenajea a un hijo
de ese pueblo, el maratonista que se llevó el oro en la competencia de los
Juegos Olímpicos de Londres en 1948.
Delfo está presente en cada rincón de esa ciudad santafecina.
Desde los anillos de los JJOO en el ingreso a Armstrong, hasta a banderines en
las esquinas recordando que él nació ahí. Como cada primer sábado de agosto se
corrió ahí la Media Maratón que lo homenajea. Temprano en un muy frío domingo,
los corredores precalentaban en la plaza San Martín esperando la hora de
largada. Dos vueltas a Armstrong era lo que me esperaba para poder completar
los 21K, que pude hacer en un tiempo menor al que esperaba.
Tanto en la salida como en la llegada lo crucé al corredor Wilfredo
Estepa, de 88 años, que corrió los 10 km de la distancia integrativa. Un
recorrido bien llano excepto solo por el puente para cruzar las vías del tren
sobre la ruta, como me había adelantado el local Eduardo Santoni del Grupo
Delfo.
La carrera ya venía cargada de una magia especial porque el
día previo me había dado una panzada de la historia de Cabrera con las
impulsoras del documental transmedia “Delfo, huellas de un pueblo”, que me dieron
algunos detalles de la vida de este emblemático vecino de Armstrong. Antes de
convertirse en uno de los más importantes maratonistas argentinos, Delfo
entrenaba “artesanalmente” en la cotidianeidad de ir y venir a su trabajo, y
hasta durante el trabajo ya que realizaba tareas que requerían de fuerza. Solía
correr 5 km de ida y vuelta diariamente porque no le gustaba andar a caballo. Y
se convirtió con gran esfuerzo en un “Zabalita”, como le había prometido a su
mamá cuando tomó de ejemplo al maratonista que exactamente 16 años antes había
conseguido el oro en los JJOO de Los Angeles.
Siempre charlo con los corredores y corredoras durante la carrera
y unas de las más interesantes historias con las que me encontré en esta
carrera es la de José Luis Fabiani. Venía de Monte buey, Córdoba a participar
de la carrera… Hacía unos días le habían diagnosticado Parkinson, lo que se manifestaba
en la rigidez de un brazo, pero que le permitía hacer su vida cotidiana. Y ahí
estaba José Luis eligiendo correr para hacerle frente a la mala noticia, poniéndole
garra y al mismo tiempo recordando a los cuatro héroes de Malvinas de su
pueblo.
Así como estaba entregando los kits para la carrera, también
estaba entregando medallas en la llegada la secretaria de Educación, Cultura y
Deportes municipal Rosana Siri, a quien especialmente le agradecemos la
invitación. Una gran carrera y una ciudad que recibe siempre con los brazos
abiertos a los cientos de corredores de la región que se acercan. Ciudad de
casas bajas, campo, industria, silos, ruta y de vuelta las calles, los
escenarios de una carrera especial.