Páginas

lunes, 19 de agosto de 2019

A 100 años del nacimiento de Delfo Cabrera, Armstrong corrió en su homenaje


Armstron se vistió nuevamente de Delfo Cabrera. El 4 de agosto pasado se corrió una nueva edición de la carrera que homenajea a un hijo de ese pueblo, el maratonista que se llevó el oro en la competencia de los Juegos Olímpicos de Londres en 1948.
Delfo está presente en cada rincón de esa ciudad santafecina. Desde los anillos de los JJOO en el ingreso a Armstrong, hasta a banderines en las esquinas recordando que él nació ahí. Como cada primer sábado de agosto se corrió ahí la Media Maratón que lo homenajea. Temprano en un muy frío domingo, los corredores precalentaban en la plaza San Martín esperando la hora de largada. Dos vueltas a Armstrong era lo que me esperaba para poder completar los 21K, que pude hacer en un tiempo menor al que esperaba.

Tanto en la salida como en la llegada lo crucé al corredor Wilfredo Estepa, de 88 años, que corrió los 10 km de la distancia integrativa. Un recorrido bien llano excepto solo por el puente para cruzar las vías del tren sobre la ruta, como me había adelantado el local Eduardo Santoni del Grupo Delfo.
La carrera ya venía cargada de una magia especial porque el día previo me había dado una panzada de la historia de Cabrera con las impulsoras del documental transmedia “Delfo, huellas de un pueblo”, que me dieron algunos detalles de la vida de este emblemático vecino de Armstrong. Antes de convertirse en uno de los más importantes maratonistas argentinos, Delfo entrenaba “artesanalmente” en la cotidianeidad de ir y venir a su trabajo, y hasta durante el trabajo ya que realizaba tareas que requerían de fuerza. Solía correr 5 km de ida y vuelta diariamente porque no le gustaba andar a caballo. Y se convirtió con gran esfuerzo en un “Zabalita”, como le había prometido a su mamá cuando tomó de ejemplo al maratonista que exactamente 16 años antes había conseguido el oro en los JJOO de Los Angeles.


Siempre charlo con los corredores y corredoras durante la carrera y unas de las más interesantes historias con las que me encontré en esta carrera es la de José Luis Fabiani. Venía de Monte buey, Córdoba a participar de la carrera… Hacía unos días le habían diagnosticado Parkinson, lo que se manifestaba en la rigidez de un brazo, pero que le permitía hacer su vida cotidiana. Y ahí estaba José Luis eligiendo correr para hacerle frente a la mala noticia, poniéndole garra y al mismo tiempo recordando a los cuatro héroes de Malvinas de su pueblo.
Así como estaba entregando los kits para la carrera, también estaba entregando medallas en la llegada la secretaria de Educación, Cultura y Deportes municipal Rosana Siri, a quien especialmente le agradecemos la invitación. Una gran carrera y una ciudad que recibe siempre con los brazos abiertos a los cientos de corredores de la región que se acercan. Ciudad de casas bajas, campo, industria, silos, ruta y de vuelta las calles, los escenarios de una carrera especial.