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viernes, 22 de julio de 2016

Circuito de las Estaciones (invierno en Rosario): Conociendo el recorrido se llega mejor

A correr. Creo que fue el frío el que, por lo menos a mí, me animó a marcar más ritmo al inicio de la competencia. La etapa de invierno del Circuito de las Estaciones largaba con 0 (ceeeero) grados. La mañana estaba despejada, lo que era raro en estos días en Rosario. Las últimas maratones en las que me había tocado participar fueron con niebla y hasta lluvia. Esta vez junto con el frío, Febo también estuvo presente.
La idea de la consigna de las estaciones para unir 4 carreras me atrajo desde el principio. Sumaba puntos además la estética “pop” con la que se planteaba la competencia, que se marcaba fuerte en los colores de las remeras y la gráfica comic. No pude estar en invierno, pero las dos estaciones que faltan seguramente me encontrarán corriendo.


Me animo a plantear una teoría: La carrera es más corta si se conoce bien el recorrido. En Rosario, donde hay prácticamente una maratón semana por medio, la gran mayoría se hacen partiendo desde el Monumento a la Bandera hacia zona norte, en algún momento los corredores pegan la vuelta y terminan nuevamente a los pies del Monumento. La etapa de invierno de este circuito se hizo en el Parque Independencia, partiendo del monumento a Manuel Belgrano y dando varias vueltas por el parque. Más allá de saber que faltan X kilómetros para la meta, acá se hace más difícil tener en mente el recorrido que falta concretamente, entonces la carrera se alarga para nuestro cuerpo.

Los rulos del recorrido de la marea verde en el Parque Independencia me jugaron en contra, pero cumplí con dignidad con mi propia meta y baje un poco de mi promedio de 5 minutos por km. 

martes, 28 de junio de 2016

La sensación térmica en la XV Maratón Internacional de la Bandera, y la voluntad inquebrantable

El termómetro marcaba 8 grados pero les juro que con la llovizna, en remerita y cortos, la sensación térmica es muy otra. Y así, tomé aire y salí al mundo exterior. Como no había llegado ni a estirar un poco o precalentar temí quedarme duro si de un momento al otro aceleraba el paso en un breve trote para precisamente entrar en calor y estar menos tiempo en transito. Ese era el tema en el momento, achicar la distancia entre los dos puntos que eran mi casa y el monumento Nacional a la Bandera donde en algunos minutos empezaba la XV Maratón Internacional de la Bandera.
La garúa se transformó en llovizna en algún momento antes de las 9 de la mañana, pero la voluntad estaba intacta. Creo que para otra carrera también la hubiera estado, pero esta era muy especial por ser la maratón maratón, la de 42 km. Si bien yo iba a participar, con la frente bien alta, de la integrativa de 8 km era la primera vez que participaba de una competencia internacional de este tipo. Algo aprendí en los minutos previos a la carrera: tenía que haber llevado al menos dos remeras.
Busco fotos y no encuentro. No puedo graficar esta nota con el color que corresponde porque todas las fotos son bien grises y dista mucho del verdadero clima de la carrera . Por eso voy a aprovechar el recurso de la música para acercarme a lo que quiero contar.


¿Y quien ganó?
Como siempre, el dato informativo de la jornada fue que el chubutense Darío Lalo Ríos lideró al prueba haciendo 2h 24m 12s, seguido por Miguel Ángel Guerra (2h 29m 7s) y Cristian Mohamed (2h 32m 12s). En la general femenina la tandilense María Luján Urrutia logró el podio al llegar a la meta en 2h 48m 34s, seguida por Karina Neipan (2h 50m 04s) y María Florencia Estévez (2h 54m 02s). Como yo, otras 4399 personas (según la Asociación Rosarina de Atletismo) se animaron a correr bajo la lluvia.
Primero largaron los corredores de los 42 kilómetros con sus remeras turquesas. 15 minutos después salimos los de las remeras de blanco, que teníamos 8 kilómetros por delante. Más allá de la distancia, el recorrido en general de la maratón principal y la prueba integrativa era diferente. Solo ver el mapa de la primera daba a un amateur como yo casi impresión, una cosa rara que encierra al mismo tiempo una especie de gustito muy parecido a la adrenalina. Los héroes de la jornada, en resumen, partieron del Monumento, pasando por los parques España, Independencia, Urquiza, a la Bandera, Sunchales, Alem, Escalabrini Ortiz, y la vuelta hasta el Monumento a la Bandera. Podemos estar de acuerdo en que están bien locos.

Espíritu de maratón
Personalmente vale agradecer el empuje de un corredor anónimo que, muy cansado él, alentaba a seguir corriendo a aquel que veía que a su lado iba bajando la velocidad. Ya pasando los 5 kilómetros de la competencia de 8, el corredor pedía tácitamente que le empujen también a él. Debo admitir que por lo ya corrido y por el clima que golpeaba duro pasando los silos del MACRo, donde no había arboles que reparen del viento del lado del río, bajé el ritmo hasta caminar unos cuantos pasos cuando este muchacho me tira ese "no afloje". Por algunos metros nos acompañamos y sostuvimos el uno al otro alternándonos para tapar el viento y agua.
La primera vez que me acerqué a una maratón fue en 2007 cuando me encontré con un amigo que trabajaba relatando maratones y carreras de calle. En ese momento le comenté que me había parecido increíble el clima que se vivía, cómo la gente aplaudía y recibía a cada corredor, la música, el esfuerzo, lo que pude ver ese día, y le dije que me interesaría poder correr. Realmente me gustó y me interesaba, pero no hice nada por concretarlo hasta hace relativamente poco tiempo.
Esa mañana corrí 8 kilómetros, participando de la XV Maratón Internacional de la Bandera. Si, ya lo escribí, pero me reconforta decirlo en voz alta. Lo digo ahora, ya en la noche escribiendo, después de un baño bien caliente luego de la carrera. Hubiera sido mejor que no lloviese, aunque eso también le da un condimento especial a esta carrera. Además, quién te quita lo corrido.

jueves, 16 de junio de 2016

Corta correcaminata en la Cordillera, a 1900 mts sobre el nivel del mar

Uno de los eventos más importantes de mi vida personal me había llevado a la ciudad de Uspallata, en Mendoza. Hacía pocas horas que estaba en ese lugar y el clima de la siesta de abril invitaba a correr un poco. Y la zona invitaba a rutear.
La siesta mendocina de abril invitaba a correr y rutear

La verdad es que sin mucho entrenamiento, con algo de viento, y con la altura en contra (no para apunarse, pero estaba a casi 2000 metros sobre el nivel del mar), hice poco más de un kilómetro y seguí el camino bajando la velocidad, trotando de a momentos, pero caminando buena parte. El escenario era la Cordillera de los Andes. Iba en sentido a Chile por la Ruta Nacional 7, el camino por el que se accede al Aconcagua, y aunque no tenga un anclaje local la música de fondo del momento era Pink Floyd (algo de The Division Bell).



Momento vs foto
KM 1153 de la Ruta Nacional 7, tiempo de pegar la vuelta
Alguna fuerza inexplicable hace que en algunos momentos un hombre deje de disfrutar de lo que está viviendo y sintiendo para intentar inmortalizarlo. Es ahí cuando deja de vivirlo para tomar una foto, foto que luego no puede dar una idea al espectador de turno ni por un segundo de lo que es estar en esos lugares llenos de tanta energía. Sin embargo, uno hace lo posible, y para el que estuvo ahí la foto evoca. No están ahí los colores, la emoción, el calor, aunque sí algunos trazos de ese momento y eso nos acerca el recuerdo, lo hace presente. Es por eso que se aburren los otros cuando ven las fotos de las vacaciones de uno.
El mojón del km 1153 de la ruta 7 fue la marca elegida para pegar la vuelta. Al fin, la correcaminarta fue de entre 5 y 6 kilómetros con la sola compañía de algún camión que pasaba cada tanto. Al frente, la precordillera hacia las veces de horizonte y sus trazos de colores marcaban los límites del escenario, ahí en plena inmensidad.


viernes, 3 de junio de 2016

¡¡Qué lindo día para correr una maratón!!

Como quien pondera cada día como el ideal para comer un asado, el domingo 29 de mayo algunos locos pensamos "que lindo día para correr una maratón". Rosario amanecía con un clima londinense para recibir la Maratón Patria del Banco Nación. El 100 por ciento de humedad se manifestaba indiscutible en la ciudad tomando la forma de una intensa garúa. Pero ahí estábamos, poniendo el pecho y las piernas por sobre todo para vivir una jornada de sano esparcimiento.
Vista desde el norte, ya pasando los 5km de la recorrida
No vamos a negar que costó arrancar en la mañana para estar antes de las 9 a los pies del Monumento Nacional a la Bandera, pero qué lindo ese fresquito que envolvía a las cientas de persona que en remerita y pantalones cortos precalentábamos para correr entre 50 y 100 cuadras.
Bueno, ya estaba ahí. Envalentonado por el propio frío, las voces de los animadores sobre el escenario y mi familia que se animó a acompañarme, empecé a transitar el camino de la maratón con la expectativa de alrededor de una hora después llegar al mismo lugar.
Promediando la carrera, pasando el parque Sunchales, apenas se veían los primeros pisos de las torres en esa zona, pero nosotros inmutables con la vista sobre la cinta asfáltica, porque todavía faltaba más de la mitad del camino. ¡¡Pero qué linda estaba la mañana para correr!!
Desde lo estrictamente informativo, se destaca que los ganadores de los 10 km fueron en la categoría de caballeros Julius Rono, Miguel Guerra y Cristian Meneguzzi, en la general de damas Carolina Lozano, Andrea Lazzarini y Dana Lesa; y en los 4km llegaron en primer lugar Gonzalo Malano y Anabella Cesarini. (Resultados)
Hay que reconocer que seguramente por el particular clima de esa mañana de mayo se contaban menos personas de las que habitualmente participan en estos eventos. Algunos habitués recordarán otras carreras en condiciones más difíciles, por ejemplo en la maratón de la Fundación Messi el año pasado el clima no fue muy distinto pero siempre hay una buena cantidad de personas dispuestas a pasarla bien en un día ideal para correr.

Quien escribe es apenas alguien que disfruta de esa experiencia, de participar del recorrido con la firme voluntad de llegar y recibir ese baldazo de satisfacción al alcanzar la meta. Desde ya que hubiese sido mejor si hubiera estado más despejado y si algún rayito de sol hubiera asomado apenas entre las nubes sobre la costa rosarina. No pasó, pero aun así... ¡¡Que lindo día para correr una maratón!!