#Experiencias en carrera
Bienvenidos, bienvenidas a otra experiencia en carrera.
Correr tiene ese… Qué se yo ¿viste? Esta actividad que requiere esfuerzo, que podría ser vista como cansadora (y en parte lo es) nos produce una alegría y una sensación que muchos coinciden en describir como de libertad. Los protagonistas de esta historia encontraron que más liberador que correr es hacerlo descalzos.
Hay muchas experiencias de running barefoot en Argentina y el mundo. Hoy hablamos con tres rosarinos que vienen acumulando kilómetros así y eligieron andar descalzos por la vida: Nicolás corrió en junio su primera Maratón “en patas”, José María también hizo esos 42K, mientras que Flavia ese día hizo 10 km porque se reponía de una lesión. Pero un mes después alcanzaba la meta de la Ultramaratón de Formosa, convirtiéndose en la primera mujer argentina en hacer 100 km corriendo descalza.

ANIMARSE

José María Michia, empezó a correr descalzo en febrero de 2016. Dos años antes había empezado a hacerlo con calzado pero algo faltaba. O sobraba, mejor dicho. “No lograba sostener la decisión de no fumar”, cuenta. Cuando leyó “Nacidos para correr” de Christopher Mcdougall algo le hizo click, y el capítulo sobre el decalcismo le llamó la atención, casi tanto como las ultramaratones: “Correr fue lo que me dio fuerza lo que me ayudó a mantener la decisión de no fumar y me fue ayudando a conectarme con otras sensaciones. Le agarré el gusto a sentirme bien”, relata a la vez que, sin ser fundamentalista, recomienda a los lectores: “Anímense y prueben. Por ahí no es lo de ustedes. Yo quise probar, lo hice, me gustó. A mí me sirve”, afirma.
Flavia Riccardi hizo solo un par de carreras de 10K antes de empezar a practicar, casi por casualidad, el minimalismo. “Yo me voy descalzo”, le dijo José María, al que conocía hacía poco. “Ah, entonces yo también”, retrucó Flavia como si nada. “Salió así. Dejé las sandalias, fuimos hasta el Estadio Municipal (de atletismo de Rosario), y dimos un par de vueltas trotando. Ahí empezó todo y nunca más me calcé”, contó la ahora ultramaratonista.
Esta pareja ya pisa fuerte en las largas distancias habiendo corrido este año también en las ultras de Termas de Río Hondo y Mar del Plata, en las que Flavia se destacó particularmente.
Por su parte Nicolás Arenz empezó tímidamente hace unos 10 meses, pero enseguida encontró que eso era lo suyo. Cuenta que esta práctica lo ayudó a mejorar la pisada y reponerse de una lesión en la pierna que no curaba, que se había producido cuando corría con zapatillas. Seguramente eso le confirmó que el camino era el descalcismo. El calzado “no es algo indispensable. A mí me gusta mucho andar descalzo y lo tomé como un estilo de vida” relata Nicolás, que lleva su minimalismo a la cotidianeidad, porque va “en patas” al supermercado a comprar algo, sale a caminar, va al cine o a hacer el cambio de aceite de su auto. Cosa de todos los días en la vida de estos chicos.

PASO CORTO

Como suelo hacer mis notas al trote, observé que tienen una particular forma de correr. Un paso corto, como haciendo un “skipping” suave, levantando más de lo común las rodillas, quedando las piernas por delante del eje del cuerpo y llevándolas muy poco hacia atrás. “El tema es no impactar muy fuerte contra el piso. Por eso hacemos pasos más cortos. Yo flexiono un poco la rodilla para amortiguar”, explica Nicolás consultado por su andar. José María si bien reconoce que cada uno tiene su libro, sentencia que para el descalzo: “No se talonea y se corre con una cadencia alta”. Paso corto, rapidito.
Lo que parece una elección muy particular, ya se va difundiendo de a poco. El entrenador Gustavo Ramos nos recuerda que “si uno lee los libros, hay una orientación mundial. De hecho están los guantes de pie, la Nike Free es una zapatilla hoy por hoy con una suela muy muy baja. O sea que se tiende a bajar el talón debido a la cantidad de lesiones que hay. No es algo que esté fuera de los márgenes normales”. Sin embargo “de ahí que uno pueda pensar en los vidrios, las espinas, las piedritas. Ya es una determinación muy personal, llevarlo al extremo”, aseguró.

DE PIEDRITAS Y ESPINAS

Coinciden en que esta práctica les dio un mejor rendimiento deportivo. Cuando usaban calzado no se acercaban a las distancias que alcanzan ahora, haga frio o calor, con los pies desnudos. Nicolás, que se transformó en las redes sociales en “Barefoot Rosario”, reconoce que “lleva un tiempo de adaptación”, pero no le teme al fantasma de lo que pueda pisar porque dice que no es muy habitual. Además “se va endureciendo un poco la planta del pie y eso no es tanto problema. Uno se pincha cada vez menos”.
Pero los descalzos tampoco le esquivan a la montaña. José María y Flavia ya tienen experiencia en eso. Hace poco estuvieron en Chaco, en Margarita Belén donde corrieron 42K. “Nos trajimos varias espinas”, cuenta el primero. “Gajes del oficio”, se ríe Flavia, pero se apura José María a aclarar que “no son un gran problema cuando te acostumbras a eso, cuando te gusta tanto. Se compensa largamente clavarse una espinita. Y por otra parte, si te fijás, nosotros no tenemos uñas caídas, ampollas. Nos salvamos de otras cosas y compensamos con eso. Por ahora no hemos encontrado ninguna dificultad que haga que no valga la pena hacer algo así”.
Flavia parece haber pasado la prueba de fuego barefoot, haciendo los 100 K en el pedregoso asfalto de las calles formoseñas en 11 horas 39 minutos.

A PROBAR SE HA DICHO

La primera nota que hice fue con Nicolás, una charla muy amena mientras trotábamos Tanto que me quise poner en sus zapatos, en su lugar, lo que en este caso era en realidad sacarse las zapatillas. Dudas al principio, algo fresco después, pero finalmente un sentimiento de comodidad y libertad me abrazó en ese trote nocturno, cuando el andar me borró el miedo a pincharme con algo. Y así terminamos la nota, corriendo descalzos, compartiendo un par de kilómetros la experiencia barefoot.
¡Hasta la próxima!

Ernesto Rega Periodista. Corredor.
Autor del canal de YouTube En Carrera y el blog Caminante en carrera
Email: caminanteenlacarrera@gmail.com